Relación entre el sol y el cáncer de piel

El sol es bueno para la vida humana. Desde hacer crecer las cosechas hasta ayudarnos a sintetizar la Vitamina D en la piel, es de gran importancia para nosotros. Sin embargo, tener malos hábitos de exposición solar pueden causarnos problemas como el melanoma, uno de los tipos de cáncer de piel.

Relación entre el sol y el cáncer de piel

A lo largo de la existencia de la humanidad, el sol se ha considerado como uno de los factores esenciales para el desarrollo de la vida en la Tierra. Y no es para menos. Su luz y calor contribuyen en distintas áreas, desde hacer crecer cultivos y mantener nuestros patrones de sueño, hasta apoyarnos en la síntesis de la Vitamina D en nuestra piel. Sin embargo, a pesar tantas bondades, el tener malos hábitos en cuanto a la exposición solar, nos puede generar también problemas dermatológicos importantes como el melanoma, uno de los tipos más agresivos de cáncer de piel.

En primer lugar, es importante saber que la luz del sol llega hasta nosotros en diferentes tipos de ondas. Entre ellas, las más conocidas y que mayor efecto tienen en nuestro organismo, son los Rayos UVA y UVB. A su vez, pero en menor medida, ya que la capa de ozono impide que la mayor parte atraviese la atmósfera, también llegan los UVC.

Ahora bien, estas ondas viajeras expedidas por el sol, se dividen a su vez en ondas largas y cortas. En este caso, son los Rayos UVA los más largos, mientras que los Rayos UVB son un poco más cortos. Para identificarlos bien, hay que tener en mente que los Rayos UVB son aquellos que pueden generar quemaduras, irritación y enrojecimiento en nuestra piel, debido a que afectan solo a la parte más exterior de nuestro cuerpo. Mientras tanto, los Rayos UVA, al ser ondas más largas, logran penetrar más en nuestro organismo. En ambos casos, los Rayos UVA y UVB, pueden afectar nuestra salud invadiendo las células de nuestra piel y alterando sus procesos, afectando su crecimiento y apariencia.

Entre los principales efectos que puede tener la radiación UV en nuestra piel, se encuentran desde los más simples y en primera instancia inofensivos como el enrojecimiento, irritación o quemaduras solares leves, hasta el aceleramiento del envejecimiento, pérdida de la elasticidad de la piel, hiperpigmentación y, en última instancia y en casos más graves, la mutación de nuestro material genético o ADN impidiendo que nuestra piel logre repararse como debe dando pie al carcinogénesis, el proceso mediante el cual se comienza a formar el cáncer de piel.

Si conocemos un poco de nuestro cuerpo o alguna vez hemos estado expuestos al sol durante un tiempo prolongado y sin protección solar, sabemos que nuestra piel se regenera. Las capas más externas de este órgano se encuentran en una constante reparación y regeneración. Es por esto que al vernos afectados por una quemadura solar, podemos observar como nuestro organismo se va deshaciendo de la capa afectada al producir descamación y a los pocos días contamos con una piel renovada. A pesar de esto, pueden existir daños permanentes.

En cuanto a la relación del sol con el cáncer de piel, es bien sabido por los expertos y se ha establecido ya en exhaustivas y profundas investigaciones, que la exposición prolongada, persistente y sin protección a la radiación solar, es factor origen del desarrollo de cualquiera de los diferentes tipos de piel ya que, como mencionamos anteriormente, tanto los Rayos UVA, UVB y UVC, generan mutaciones genéticas en nuestro ADN afectando las células cutáneas.

Algunos de los tipos de cáncer de piel más comunes o con más incidencia en la población son, en primer lugar, los dos tipos de Carcinomas: Basocelular y Espinocelular, llegando a afectar a alrededor de 2 millones de personas anualmente y de todas las edades, aunque rara vez son mortales. Por otro lado, el melanoma es también un tipo de cáncer de piel que afecta en menor medida a la población, pero que conforme pasa el tiempo se va haciendo más común. Como ejemplo, en Estados Unidos se llegan a reportar hasta 68 000 casos anuales de melanoma y otros 48 000 casos en etapas tempranas. Otros tipos de cáncer de piel menos frecuentes son: el Sarcoma de Kaposi, el Carcinoma de Células de Merkel y el Carcinoma de Glándulas Sebáceas.

En cuanto a los Carcinomas Basocelulares y Espinocelulares, es importante mencionar que son el tipo de tumores más comunes en el ser humano y día con día aumenta la incidencia de casos reportados. Del mismo modo, la población más afectada es la población mayor a 50 años y, sobre todo, aquella que ha pasado gran parte de su vida bajo la exposición directa de la luz solar como trabajadores del campo, de la construcción y marinos aunque puede presentarse a cualquier edad.

Por parte de los Carcinomas Basocelulares, los expertos nos indican que suelen atacar las células basales de la epidermis que se encargan de la renovación y reparación de la piel siendo el tipo de Carcinoma más común, representando de un 70 a un 80% de los casos reportados. Este tipo de cáncer suele manifestarse como bultos cerosos o perlados, lesiones planas parecidas a una cicatriz marrón o del color de la piel o bien como una úlcera con costras o sangrantes que se cura pero vuelve a aparecer.

Del lado de los Carcinomas Espinocelulares, estos afectan a las células espinosas que se encuentran en la capa más superficial de la epidermis. Representan de un 20 a 30% de los casos y se manifiestan como nódulos rojos y firmes o lesiones planas con superficie escamosa y con costras.

Sea cual sea el caso, es importante cuidar de nuestra piel a la exposición solar. Los expertos en dermatología nos recomiendan siempre, como base del cuidado de nuestra piel, el uso constante de productos fotoprotectores con un FPS acorde al tiempo e intensidad del horario al que estemos expuestos. Su aplicación debe ser continua, cada 2 a 3 horas renovando la capa mientras nos encontramos en el exterior. Del mismo modo, las barreras físicas como sombreros de ala ancha, lentes para sol o ropa que logre cubrir brazos y piernas, son métodos que pueden ayudarnos a evitar lesiones provocadas por la radiación solar.

Ante cualquier síntoma o aparición de manchas o deformamiento de lunares ya existentes, no dudes en visitar a tu dermatólogo y, no te asustes. Un poco de sol no te hará daño sino por el contrario, ayudará a que tengamos una vida saludable siempre y cuando se tomen las medidas de precaución necesarias. Como dato, nuestro cuerpo requiere de 15 a 20 minutos de exposición solar al día. Así que ya sabes, una caminata por el parque o salir a tomar el sol por un momento no nos hará daño, todo lo contrario, nos traerá beneficios increíbles a la salud.

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